El origen histórico de esta secta es desconocido. Las primeras noticias de grupos de asesinos armados s provienen de textos medievales, pero ganaron más tracción en el siglo XIX. Se ha dicho que su origen podía estar en un grupo de nobles musulmanes que cometieron un asesinato y se vieron obligados a huir viviendo como proscritos. También se han contado historias semejantes sobre un grupo hindú, sin embargo, ninguna de estas teorías tiene su fundamento en las fuentes.
Los thugs solían ser hombres, aunque entre ellos también había algunas mujeres. Parece ser que tenían una aversión especial hacia los extranjeros, pero asaltaban también a personas locales. Aparentemente, los thugs se aproximaban a la futura víctima y entablaban conversación con ella para que no llegase a sospechar. En ocasiones, llegaban a caminar junto a esta durante días para asegurarse de que se ganaban su confianza, e incluso fingían que profesaban una religión distinta. Solo cuando la víctima no sospechaba nada procedían al asesinato.
A veces mataban a los caminantes con cuchillos o veneno, aunque su arma característica parece que era una liga o cuerda con la que estrangulaban de forma ritual a sus víctimas. Al principio lo hacían con sogas o cuerdas hechas con tripa de animal, pero luego empezaron a usar pedazos de tela que podían llevar a la cintura o sobre el pecho para eliminar todo rastro de sospecha. Es posible que eligieran el estrangulamiento como método preferido de asesinato ya que la ley castigaba derramar la sangre de otra persona y por ello los estranguladores eran a menudo perdonados. En ocasiones, mutilaban el rostro de los asesinados para que fuera más difícil identificarlos. Las fuentes del siglo XIX mencionan también a asesinos que operaban en barcos y lanzaban los cuerpos descuartizados de sus víctimas por la borda.
A pesar de cometer asesinatos a sangre fría, los thugs no estaban completamente exentos de escrúpulos. Resultaba tabú entre los miembros de la secta asesinar a mujeres, niños, faquires o músicos, seguramente por motivos de superstición más que por misericordia. Tampoco mataban para robar a los muertos como harían unos simples salteadores de caminos, de hecho parece que, entre ellos, el robo era considerado como un crimen grave. La motivación que movía a los estranguladores es difícil de comprender. Los asesinatos eran un acto casi religioso en el que el asesino se convertía poco menos que en un dios.
A principios del siglo XIX, los británicos iniciaron una serie de campañas contra los thugs. Obteniendo información de grupos de thugs rivales, lograron acabar con el movimiento rápidamente. Se ejecutó a algunos centenares de miembros de la secta, pero la mayoría fueron perdonados y se integraron en la sociedad, de manera que el movimiento se diluyó por completo. Uno de los capturados fue Thug Behram, considerado el líder de la secta, al que se le atribuyeron más de 900 asesinatos.
Los estudios más recientes, sin embargo, cuestionan la existencia de esta supuesta secta de Kali. Consideran que el miedo de los británicos hacia la cultura autóctona así como los prejuicios contra las sociedades que consideraban primitivas, llevaron a la creación de mitos de este tipo. La imagen de un grupo adorador de Kali que mata sin sentido tampoco se sostiene teniendo en cuenta que casi un tercio de los thugs capturados por los británicos eran de religión musulmana en vez de hindú. Es posible que los europeos, ya sea por miedos preexistentes o para imponer su cultura, vilificasen las acciones de grupos de bandoleros y salteadores de caminos indios.
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