El Ejército Rojo había tomado Ekaterimburgo, pero el Ejército Blanco, favorable a los zares, estaba a las puertas. Cuando consiguieron entrar en la ciudad, la familia imperial rusa había desaparecido. Todo el mundo asumió que habían sido asesinados, sobre todo después de haberse encontrado efectos personales de los zares tirados en un pozo minero. Sin embargo, como es de esperar, los rumores de la supervivencia de uno o varios miembros de la familia no tardaron en llegar, especialmente a raíz de unos informes que afirmaban que la policía secreta estaba buscando a Anastasia en trenes y casas. Avivó el fuego de los rumores el hecho de que unos hombres armados se llevaran a una chica que había intentado huir de un andén de la estación de tren. Algunos de los testigos la identificaron como Anastasia tras ver fotografías de esta que les proporcionaron en el interrogatorio. El médico que trató a la joven aseguró al Ejército Blanco que esta le había confesado ser la hija del zar.
Al fin y al cabo, la posibilidad de que alguna de las víctimas de la ejecución hubiera sobrevivido y huido no era del todo imposible ya que los cadáveres estuvieron mucho tiempo sin vigilancia. Durante su reclusión en Ekaterimburgo, algunos guardias habían trabado amistad con los Romanov, siendo Anastasia la favorita por su vivaz personalidad. Era posible que algún guardia hubiera sentido lástima de la gran duquesa y la hubiera ayudado a huir.
Al calor de estas murmuraciones, surgieron varias personas que afirmaban ser de la familia Romanov. Dos mujeres que decían ser María y Anastasia, las dos hijas menores de los zares, ingresaron en un convento y mantuvieron esta identidad hasta su muerte, siendo escritos estos nombres en sus lápidas. Un sastre que vivía frente a uno de los palacios de los zares y había vestido a las princesas afirmó que una malherida Anastasia había estado escondida en su casa durante tres días hasta que un guardia rojo se la llevó. Las habladurías decían que Anastasia y su hermano pequeño, Alexei habían huido a Ucrania o que la primera vivía ahora en Argentina bajo una nueva identidad. El marido de una de las hijas de Rasputín llegó a estafar a miembros de grandes familias de Rusia, pidiéndoles dinero para ayudar a un supuesto superviviente de la ejecución.
En las décadas sucesivas, hubo al menos diez mujeres que alegaban ser la princesa imperial Anastasia. En 1920 ingresó en un hospital psiquiátrico en Alemania una mujer sin documentación a la que se admitió con el nombre de "Señora Desconocida". Dos años después, otra paciente dijo que se trataba de la gran duquesa Tatiana, la segunda de las hijas del zar. Ante esto, se pidió a una antigua dama de compañía de la zarina que fuera a identificarla, pero esta aseguró que la mujer del psiquiátrico era demasiado baja para ser Tatiana. La desconocida pronto empezó a decir que era, en realidad, Anastasia y adoptó el nombre de Anna Anderson. Las opiniones sobre la identidad de esta mujer estaban divididas. Algunos de los que habían conocido a Anastasia en vida estaban seguros de que se trataba de una farsa, mientras que otros estaban convencidos de que era la auténtica hija del zar. Esta circunstancia llevó a un proceso judicial, el más largo de la historia de Alemania, que se prolongó desde 1938 a 1970. La conclusión fue que Anna Anderson no podía aportar pruebas suficientes de que era la gran duquesa, pero igualmente, tampoco se podía saber a ciencia cierta si Anastasia había muerto o no. Anderson murió en 1984 de neumonía. En 1994 se hicieron pruebas de ADN de un pañuelo suyo y se descartó sin género de dudas que perteneciera a la familia Romanov. Se descubrió que la mujer era en realidad la polaca Franziska Schanzkowska, que había desaparecido después de perder la memoria a causa de un accidente en la fábrica en la que trabajaba.
Despejado el interrogante de esta supuesta Anastasia, aún quedaba por averiguar qué había ocurrido con la familia imperial. En 1989 se descubrió el llamado Informe Yurovski, en el que el bolchevique Yurovski relataba a sus superiores la ejecución de los Romanov. En él, se aseguraba que se había engañado a la familia, diciéndoles que iban a trasladarles a otro palacio. Les habían conducido a un sótano dónde los habían asesinado a balazos junto a tres sirvientes y un perro. Una cuarta sirviente que sobrevivió a las ráfagas de balas, fue asesinada a bayonetazos. Cuando llevaron los cuerpos fuera, una o varias de las niñas empezaron a sollozar y fueron rematadas con golpes en la cabeza. Esta última parte hacía sospechar que había posibilidad de que algún miembro de la familia imperial hubiera fingido su muerte y hubiera tenido ocasión de huir. Para concluir, el informe afirmaba que dos de los cuerpos habían sido trasladados de ubicación e incinerados, quizá para despistar al Ejército Blanco si los encontraba.
En 1979, se descubrió una fosa con los cuerpos de la familia pero las autoridades comunistas decidieron ocultarlo. La información no se hizo pública hasta 1991. En esta fosa, había restos de nueve personas. Según los expertos rusos, faltaban los cuerpos del zarevich Alexei y su hermana María. Según los investigadores estadounidenses, en cambio, los cuerpos faltantes eran los de Alexei y su hermana Anastasia, se basaron en que ninguno de los cuerpos recuperados presentaba signos de inmadurez, como la ausencia de muelas del juicio, algo esperable en el cuerpo de una joven de diecisiete años. Además, el cuerpo femenino que se había identificado como Anastasia medía en torno a 1,69cm, 10 cm más que la altura que debió tener Anastasia, la más baja de las hermanas.
La opinión de los historiadores quedó dividida: algunos pensaban que los dos cuerpos faltantes se habían incinerado en un lugar desconocido, como aseguraba el informe original. Otros, por el contrario, creían que era imposible que los bolcheviques hubieran tenido, en aquel momento, los medios para llevar a cabo el traslado y la incineración de dos cadáveres. Se organizaron numerosos rastreos del terreno, pero no se encontraron los cuerpos faltantes. Una vez más, se prendió la llama de rumores sobre posibles supervivientes.
Finalmente, en el año 2007 un arqueólogo ruso encontró, con ayuda de detectores de metales, dos esqueletos humanos parcialmente quemados junto a los restos de una hoguera y botellas de ácido sulfúrico, clavos, cajas de madera y cartuchos de bala. Se dictaminó que pertenecían a un niño de entre 10 y 13 años (Alexei tenía 13 años cuando murió) y una mujer de entre 16 y 23. La hipótesis de que se trataba de los cuerpos de Alexei y Anastasia se confirmó tras la prueba de ADN, que demostró que eran los hijos perdidos de los Romanov, acallándose así casi un siglo de especulaciones. En la actualidad no cabe duda de que los zares y sus cinco hijos fueron asesinados la misma noche.
1 Comentarios
Fantástico y documentado con los ultimos datos. Genial.👏👏👏💯💯💯
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